Semillas para el Corazón

miércoles, 3 de noviembre de 2010

No hay mayor gozo

“No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.”
3ra Juan 1:4 RV60 :-: LA BIBLIA

Cuando usted planta un huerto implica un sacrificio de su parte, el preparar la tierra, sembrar las semillas, regar, quitar la maleza, poner insecticida, etc... pero el día en que aparece el primer maíz fresco, usted lo prepara para servirlo a la mesa y prueba ese delicioso, dulce y tierno maíz, se olvida del sacrificio del tiempo, las energías, y el rutinario y arduo trabajo.

Lo mismo ocurre con sus hijos. Cuando usted cosecha la primera tanda de frutos, y obtiene ese primer sabor de satisfacción de un trabajo bien hecho, ya no se acuerda mas de los sacrificios que significo lograr esa meta.

Cuando usted ve a su hijo o su hija marchar sobre la plataforma el día de su graduación, para recibir el diploma que ha significado12 o 13 años de formación, en ese momento su corazón rebosa de gozo y usted no se acuerda de las cosas desagradables que han ocurrido.
Las noches que durmió poco cuando estaban enfermos, los enfrentamientos que le hirieron el corazón, el día que rompieron varias piezas de su mejor vajilla y hasta la gran suma de dinero que ha costado formar ese hijo; todo parece desaparecer en el pasado cuando recibe ese primer sabor de satisfacción de un trabajo bien hecho y de una meta lograda.

El gozo duradero no les viene a los padres por ver a sus hijos triunfar en este mundo, si al mismo tiempo no están caminando en la verdad. Todo el mundo quiere la felicidad para sus hijos, y el camino de la felicidad es la obediencia a los principios de Dios.

En 3ra Juan 1:4 dice:
“No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.”

No hay mayor gozo que saber que los hijos están agradando a Dios y caminando en el Espíritu. Somos los padres los que jugamos el papel más importante en ayudar a nuestros hijos a lograr esta meta.
-- H. Ricardo Proaño G.

Bien dijo la Maestra María Montessori en su tiempo:
Los padres, los maestros somos el viento que bendice y despliega tus alas, a ti querido hijo te corresponde el milagro del vuelo.
Esto se aplica al discipulado como a hijos espirituales, a las reuniones que podemos tener con los jóvenes, las parejas, las damas, los caballeros.
El Señor Jesucristo nos llamo a sembrar, a poner la semilla, tal vez el regar; pero, el crecimiento, que ellos se mantengan, crezcan y luego de un tiempo los vea valiosos como líderes de jóvenes, predicadores, maestro de Escuela Bíblica Dominical lo hace solamente nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Yo ya no más, si no Cristo; yo ahora descanso en ÉL, el dulce fruto solo es de ÉL.
-- H. Ricardo Proaño G.

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Dios te guarde en su amor y llene de bendiciones.

H. Ricardo Proaño G.
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